El músico mendocino inauguró discográficamente su nuevo alias con una obra cocida con los vapores del proyecto A, “Atlas”
Simón camina por Buenos Aires. Le entra una llamada con código de área 342. “¿Me escuchás bien? Estoy yendo a otra entrevista”, anticipa mientras inicia su excursión desde Céspedes y Álvarez Thomas. Encendido el grabador, le doy play al GPS imaginario. Ahora pregunto yo.
– La última vez que hablamos me contaste que estabas trabajando en “Atlas”. ¿Se terminó transformando en “ZZZ”?
– No jajaja. “Atlas” es otro disco. Estuve dos años grabando y como cuatro componiéndolo antes de ir al estudio. En total fue un proceso de seis años.
“ZZZ” fue una oportunidad que encontré para poder conectar con esa manera más mía de hacer canciones. Lo que siempre fui. No quiere decir que en “Atlas” no lo era, pero capaz me prendí demasiado en esa fantasía, en esta historia de ciencia ficción y bla.
Y en “ZZZ” elegí hacer un disco más de canciones que te toque fibras, que sea más directo.
– En la conversación de 2022, dijiste: “Ahora tengo ganas de transmitir un mensaje más pensado”…
– 100%. “Atlas” es un disco que yo empecé a grabar saliendo de muchos cabos de mi vida: la separación de Perras (on the Beach), venirme a vivir a Buenos Aires, el Covid ni siquiera existía, Astros que es mi hijo tampoco. Todo eso atravesó “Atlas” y mi proceso de cambio, la metamorfosis, medio que la sufría mientras sucedía la grabación.
“Es uno de los pilares que tiene el disco, el del niño interior”, apunta Simón en avatar doppel gangs.
“ZZZ” lo grabé directamente con los pies sobre la tierra en ese sentido. Ya me desperté de ese sueño. Habla un poco de eso el disco, de la dualidad de estar despierto y soñando, lo bueno y lo malo que tienen las dos cosas, ¿no? Como estar pajareando mientras se te pasa la vida, igual estás tipo soñando y viendo otra cosa que no es la vida como es. O también lo contrario: estar muy acá y olvidarse de soñar.
– En los nombres de las canciones jugás con minúsculas y mayúsculas, ¿cómo llegó ese recurso?
– Ponerle nombre a las canciones es re difícil. Ponerle nombre a algo… te lo digo yo que tengo un hijo. Y creo que también está bueno cuando el nombre se lo pone la situación. Lo mismo que me pasó con “Atlas” y, de alguna manera, me pasó con mi proyecto. Imaginate, mi proyecto se llamaba Simón Poxyran. De la nada tuve una oportunidad de decir “Bueno, ¿quién verga soy?”. Ahora de verdad puedo mirarme en el espejo y abrazarme… o escupirme si me tengo que escupir. Enfrentarse literalmente a lo que uno es.
– También cumplen un rol expresivo los emoticones.
– ¡Mal! ¡Mal! ¡Mal! Yo soy muy esponja también. Me encanta la cultura de samplear, ¿viste? En la música, el cine o una pintura que puedo ver y puede inspirar algo en mí, lo que sea. Hay muchos discos que vi que jugaban con eso.
Four Tet tiene un proyecto en el que todos los nombres de los temas y, de hecho, el proyecto (⣎⡇ꉺლ༽இ•̛)ྀ◞ ༎ຶ ༽ৣৢ؞ৢ؞ؖ ꉺლ) son emoticones. Ni siquiera lo podés buscar en Spotify porque es imposible que te acuerdes cómo se escribe. Y me flashó eso: pensar si realmente alguien quiere escucharlo va a tener que hacer lo imposible. Me gustó el mensaje que puede estar detrás de lo que está de frente.
– ¿Qué te dió el sampleo, más que nada de los de dibujitos animados?
– Yo soy muy fan de chiquito de ese mundo. Siento que hay mucha data ahí. En la infancia. Sobre todo en cómo uno, siendo un niño, procesa las cosas. Creo que aprendí mucho del pequeño Simón y quise rendirle un homenaje a ese niño interior, abrazarlo en lo que le dolió y felicitarlo. Aceptarlo.
La letra de “halloWEED :(” es como si la estuviera cantando Barrel, uno de los tres secuaces de Jack en “El extraño mundo de Jack”. Literalmente, el chabón tiene una máscara que es igual a su cara. No puede ocultar la oscuridad que tiene por más que se ponga la máscara o se la saque. El tema habla de eso: de cuando estás muy mal y no podés caretearla. Tenés que enfrentarlo o enfrentarlo.
“Nos dimos el gusto de experimentar al 100%”, resume sumando a su cómplice, el productor Cajú.
Está Peter Pan en “FANTASIA ts10”. Y después en “TODO & nada” hay uno de “Nemo en el país de los sueños”. Es una peli que me re inspiró a este disco; la idea central: todo el mundo onírico y bla.
-“en el parque :)” se siente un coro de niños, onda música incidental de un capítulo de la vida.
– La idea fue hacer algo muy relajado. De hecho, hay un pequeño sonido de ambiente de un parque, muy despacito, que capaz con auriculares se llega a apreciar. Son cosas de producción muy sutiles. Pensá la memoria auditiva de todas las cosas que hemos escuchado en la vida. Es como cuando entrás a una cocina y sentís el olor de algo que comiste hace 40 años. Y decís: “¡No! Eso me lo cocinaba mi abuela”.
Yo al disco lo siento como si fuera el transcurso de un día: todo lo que puede llegar a pasar desde la luz hasta la oscuridad de la noche. Es un disco muy universal que habla de la vida. De lo lindo y lo complejo que es vivir.
-Hablemos del sonido…
– Fue muy natural porque “ZZZ” lo hice también con Cajú. Nosotros ya llevábamos dos años encerrados en el estudio haciendo el otro disco. El estudio lo habíamos conocido entero, habíamos usado todos los sintes, todos los instrumentos, todos los micrófonos. Probamos TODAS las salas.
Con Cajú conectamos muy bien: él tiene algo que yo no tengo y yo tengo algo que él no tiene. Así que esos dos mundos se chocaron muy bien. Yo lo considero un disco de pop, por más que se corra de eso por momentos. Algo que suene medio de ahora pero también un poco de antes. Un disco luminoso con melodías buena onda, sonidos analógicos, sonidos digitales. Fue casi hacerlo como si fuéramos niños.
– ¿Qué podés decir de la tribu de invitados/as: Anyi, Simona y Fermín?
– Yo quería hacer un disco de pop. Siento que naturalmente se dio que sean ellos tres, que son para mí altos referentes del movimiento. Han terminado siendo unas piezas claves, cada uno con su magia y con lo que tiene para aportar. El universo de cada uno de ellos tres es re distintos; siento que “ZZZ” no sería lo mismo si no estarían ellos.
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Simón ya está en la estación Olleros de la línea “D”. Llega a destino. Parece que escapó a sentir de verdad. Apago el GPS imaginario, lo mando a dormir. ▪
Foto de portada: Anita Road
Publicado el 16 de junio en El Litoral

